¿No os ha pasado alguna vez que dependiendo de vuestro estado de ánimo veis las cosas de una determinada manera? y es que no es lo mismo estar alegre y eufórico que triste o enfadado. Según nuestro estado vamos a responder de una determinada manera ante los estímulos. Por tanto, el estado de ánimo influye en nuestra manera de ver las cosas.
Un ejemplo lo podemos ver en una relación de pareja. Cuando estamos enfadados por algún motivo esto influye en nuestros pensamientos y es probable que paguemos nuestro enfado o frustración con la otra persona. Somos más susceptibles y con cualquier pequeña cosa que no nos guste de la otra persona ya se lo recriminamos. Todo lo vemos negro, incluso esa persona. Se trata del enfado sobre el enfado. Y es que cuando estamos malhumorados cualquier pequeña cosa incrementa el enfado inicial.
Pero también existe la situación contraria. Cuando estamos felices y pletóricos influye, de la misma manera, en nuestro pensamiento y por tanto en nuestra relación con los demás.
Lo que debemos hacer es intentar que nuestro estado de ánimo no influya en nuestros pensamientos (para no distorsionarlos) ni en la relación con los demás. Tenemos que aceptar la emoción que estamos viviendo y qué es lo que tenemos que hacer para dejar de sentirnos así. Ver qué necesitamos para que esa emoción desaparezca, qué nos falta. Lo que no se debe hacer es pagar nuestro enfado con los demás.