Seguro que muchos de vosotros habéis escuchado esta frase millones de veces. Me viene a la mente sobre todo en el cine cuando alguien la suelta y además se jacta de ello como si fuese algo bueno. “Cada uno es como es y no se puede (ni se debe) cambiar“.
Pues bien, se trata de una creencia limitante. Es una falacia decir que cada persona es de una determinada manera y que así debe ser hasta el final de los días. Pobre de aquellos que intenten cambiar porque perecerán en el camino…
Un médico español, Santiago Ramón y Cajal, hablaba ya a finales del siglo XIX y principios del siglo XX, acerca de la idea de que “todo ser humano puede ser escultor de su propio cerebro si se lo propone”. Si salimos de nuestra zona de confort y cambiamos nuestra manera de pensar y actuar se producen nuevas conexiones neuronales. Por tanto llegamos a cambiar en nuestra manera de ver las cosas.
Si hay un comportamiento con el que no estamos conformes podemos llegar a cambiarlo con el tiempo gracias a esas sinapsis (o conexiones neuronales). En nuestras manos está el cambiar nuestra forma de ser. El cerebro es moldeable y sí queremos podemos actuar sobre él.
Esto requiere de un cierto tiempo para que las sinapsis entre neuronas sea fuerte y esa manera de pensar llegue a formar parte de nosotros. Por eso se habla a menudo de que un hábito son 21 días porque se dice que es lo que se necesita para que un comportamiento acabe formando parte de nosotros.
Todo esto provoca que una parte de nuestro cerebro conocida como hipocampo crezca y nos hagamos más inteligentes y menos temerosos.
Así que ya sabéis. ¡Cambiad vuestra manera de pensar si lo creéis conveniente y convertiros en escultores de vuestro cerebro!